sábado, 5 de junio de 2010

Santísima Trinidad

Hoy estamos celebrando la fiesta de la Santísima Trinidad. Como bautizados, hemos sido llamados a participar de este amor íntimo del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Se nos ha dado la Trinidad como modelo de la comunidad de amor. Nuestras vidas deben reflejar el amor de Dios, su paz y su unidad.

El misterio de nuestra salvación y el misterio de la Santísima Trinidad son, en cierto sentido, una sola cosa. La Buena Noticia, el Evangelio, es que el Padre ha enviado a su Hijo al mundo, hecho hombre, para que por su muerte y Resurrección nos conceda el don del Espíritu Santo, que nos hace hijos de Dios, "hijos en el Hijo", como dice San Pablo, y hermanos entre nosotros.

Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su único Hijo, para que todo el que crea en Él no muera, sino que tenga vida eterna" (Jn 3, 16)

El misterio trinitario, el más grande de los misterios revelados, principio y fin de todos ellos (León XIII), da a la vida moral cristiana su fundamento y su justificación más profunda. Y ello constituye una luz no sólo para el actuar del cristiano, sino para la labor teológica. El tratado dogmático sobre Dios Trino que los teólogos (principalmente S. Agustín y S. Tomás de Aquino) han elaborado en base a la doctrina revelada y a las enseñanzas de la Iglesia, y que se apoya en la realidad del conocimiento analógico, usa de las operaciones inmanentes del hombre para alcanzar una cierta inteligibilidad de las operaciones divinas. Y una vez alcanzada la vida divina intratrinitaria en aquel proceso de subida de la dogmática, debe la Teología tomar el camino hacia la moral: reflexionar sobre la vida del hombre partiendo de la vida de Dios, tanto en Sí mismo (porque gozar de ella es nuestro fin último), como en su efusión hacia nosotros a través, principalmente, del sacrificio redentor del Hijo y la constante actuación del Espíritu Santo. La Moral cristiana específica entendida no como ciencia de contenidos exclusivamente éticos, es decir, meramente racionales, sino en su condición teológica, es decir, de ciencia originada en la fe y construida desde su luz por la razón es la Moral de los hijos de Dios: de los hombres que caminan hacia el Padre, a través de la identificación con el Hijo hecho Hombre, conducidos y movidos por el Espíritu Santo. Es, la Moral de la vida de la gracia, antesala de la vida gloriosa propia de los bienaventurados.

Dios todo poderoso y eterno, uno y trino, tres veces santo,cómo nos atreveríamos a pronunciar tu nombre sublimey llamarte Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.Si Jesucristo, el Hijo de Dios, no nos lo hubiera reveladoGracias, Padre, por el amor que en Cristo nos manifestaste;y gracias también, porque abriendo el círculo trinitario,nos admites en tu familia como hijos de adopción por Cristoy por el Espíritu que nos impulsa a llamarte con verdad: ¡Padre!Haz, Señor, que guiados por tu Espíritu, nos conduzcamoscomo hijos tuyos que viven gozosos la conciencia de serlo,y con nuestra vida te demos culto y alabanza por siempre. Amen

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